sábado, 19 de enero de 2013

2013: A 25 años del asesinato de los hermanos Restrepo


NOTA ACLARATORIA
El presente texto fue escrito en homenaje de respeto y dolor ante un aniversario del cobarde asesinato de los hermanos Restrepo, pero el mismo respeto por la memoria de esos niños me impidió publicarlo en páginas sociales.

Ahora lo dejo en este blog para compartirlo en la intimidad de mis amigos. Porque tampoco el dolor puede, ni debe ser cuna del silencio.
Con mi dolor aún latente, con mi bronca infinita, por las pérdidas, y porque ellas me hacen hermano con cada persona agredida.
Justicia caso Restrepo
Edwin “Rodrigo” Miño Arcos
Candidato a Asambleísta por el Distrito 3
Alianza País




Hace 25 años, un par de niños fue secuestrado por la policía. Ese mismo instante, sus padres empezaban el doloroso camino de la búsqueda: primero, del paradero de sus hijos vivos y luego, dolorosamente, el de sus cuerpos.
La oficialidad de la policía en primera instancia habló de que los niños debieron haberse fugado de la casa de los padres, luego dijeron que una mala maniobra del niño conductor hizo que el trooper se desbarranque y termine en el lecho de río donde los animales fluviomarinos devorarían a los cuerpos.
Cada descabellado desenlace de los niños Restrepo que la policía ofrecía a los padres, tenía como respuesta dos seres humanos que de miércoles en miércoles le contaban al país -desde la plaza grande- que no le creían a la policía y que no tenían miedo a un gobierno que usó el terror como manera de hacer política.
Han pasado 25 años, y de aquel gobierno cruel queda una difusa mala memoria; pero queda intacta la indignación del asesinato de estado de dos niños que quisieron crecer para creer en esta patria. Yo me sumo a esa indignación porque en ese gobierno viví en primera persona el dolor de la pérdida de valiosos compañeros.
En el período 1984 - 1988, la policía enloqueció en abusos que la presidencia de Febres Cordero no sólo permitió, sino que promovió, para persuadir al Ecuador de que pensar desde la izquierda del corazón era peligroso para la salud.
Los Restrepo perdieron a dos niños. En ese mismo período nefasto yo perdí muchos hermanos. Perdí a camaradas con los que preferimos correr el riesgo de la muerte a la vergüenza del silencio.
Hace 25 años, este mismo mes de enero vio cómo fueron asesinados los niños Restrepo. Pero este mes, dos años antes, fue testigo del asesinato de Fausto Basantes. Esa muerte me quitó un hermano y me dejó un pendiente eterno, porque nunca terminamos la charla de política, de sueños y futuros que empezamos la tarde anterior a la emboscada donde acribillaron a un buen hombre e inmortalizaron su ideal. Meses después, el país vería con estupor cómo se mataron y torturaron a personas de la talla de Arturo Jarrín o Ricardo Merino.
El dolor nos ha hecho hermanos a todos los ecuatorianos porque todos perdimos. Perdimos como familias, perdimos como militantes de la vida. Los niños Restrepo nos duelen aún tanto como nuestros camaradas, y su recuerdo tiene un sabor distinto. Es que esos pequeños nunca debieron morir tan cruelmente en manos de policías que hicieron de su institución un espacio asquerosamente inhumano y purulento. Nosotros, en cambio, escogimos cambiar esa sociedad oprobiosa, y el riesgo que esa patriótica cruzada nos proponía era la muerte, que se convirtió, para quien quiso subvertir la injusticia de ese gobierno nefasto, en una eventualidad del trabajo.
Yo, Edwin “Rodrigo” Miño, nunca he abandonado mi condición de guerrillero y es obligación guerrillera el seguir subversivo a un sistema inhumano que aún se niega a morir. Sé dar batalla y la daré, porque vive en mí la deuda de entregar con esta revolución del siglo XXI, un país más justo y solidario, como también vive en mí la deuda con mis camaradas caídos por contribuir a este sueño.
Porque Alfaro Vive Carajo.